Un grupo de amigas adolescentes procesa, a su manera, la violación que sufre una de ellas. Mario atiende su granja de hormigas con la misma pericia que usa su prima para torturarlo. El sentimiento de culpa frente a un hecho inesperado cambia el rumbo apacible de una pareja. El trabajo de Miriam es cuidar y limpiar a una muñeca sexual de alquiler que se desgasta con el tiempo, al igual que ella. Jóvenes al borde experimentan sus deseos y prueban ir un poco más allá. En un mundo que se desarma, un hombre se encuentra al límite.
Los personajes de estos relatos son niños, adolescentes, jóvenes y adultos que hurgan en sus miserias cotidianas, algunas casi imperceptibles. Son capaces de lastimar para evitar el dolor propio mientras sus cuerpos se descomponen como las frutas maduras en verano. Al igual que en La lógica del daño, Luz Vítolo narra con talento lo insondable de la existencia humana.