´´Si el polvo estuvo bueno, el momento posterior tiene una complicidad silenciosa de alegría y agradecimiento casi única. Dan ganas de regalarle algo al otro. Así estábamos con N. cuando me dijo “tenés que leer a Luis Mey” y me mostró su ejemplar de “Los abandonados”. Mientras hacía café me puse a leer las primeras páginas. Quedé prendido fuego. Le pregunté si me lo prestaba. Se río, me lo sacó de las manos y dijo “el culo a veces, los libros jamás”. Salí a buscar la novela por toda la ciudad pero estaba agotada. Tardé dos años en conseguirla. Luis daba una charla en la Feria (en donde el libro tampoco se vendía) y al final hicieron un concurso. Una sola pregunta, absolutamente arbitraria. “¿Cuál es la capital de Australia?” Levanté la mano y grité la respuesta. Me llevé el ejemplar autografiado: “Por su velocidad y cultura. Abrazo, Luis Mey”.
“Los abandonados” está citada en “Los catorce cuadernos”. Para mí, junto con “Las garras del niño inútil” forman una pareja literaria imbatible. De un lado el egoísta, el desconectado, el traidor. Del otro, la infancia brutal que lo forjó. Una verdadera arqueología de la violencia familiar. La dedicatoria de Luis a esa novela vino años después, cuando yo ya había publicado. “Para el más desquiciado y vital de mis colegas”. Yo creo que él es bastante más vital y desquiciado que yo, así que lo tomé como una declaración de amistad. Y eso somos desde hace años.
No sé por qué dejé de verme con N. pero ahora somos amigos y cada vez que la veo le recuerdo que ella me presentó a Luis Mey. Y le agradezco.
Si estás para una lectura manija, frontal, avasallante y honesta, estas dos novelas son una bomba. En las historias dejé mis subrayados de “Los abandonados”. Me había olvidado de cuántas frases al ángulo tiene ese libro. Y me había olvidado de mis propias anotaciones, se ve que estaba en un momento movido de mi vida´´
Juan Sklar, sobre Luis Mey y sus novelas Los abandonados y Las garras del niño inútil